No tenemos suficiente con la condición climática del planeta, las crisis económicas y el putrefacto sistema que nos gobierna, aparte nos encanta preocuparnos de nimiedades. Pareciera que nos gusta estar en estado de ansiedad. Que si vamos a llegar tarde, que si tenemos que entregar una tarea o un proyecto, que si comimos mucho, que la ropa que queríamos usar no está limpia, que me voy a enfermar.
¿Recuerdas la preocupación que te provocaba de niño no entregar una tarea o que la maestra te regañara por alguna travesura? Y ahora lo piensas y sabes que no hubiera pasado nada si la entregabas o no, y que el regaño de la maestra era finalmente una tontería. El problema es que a veces nos tomamos la vida muy en serio, cuando en realidad es muy corta como para no relajarnos.