Glenn Gould |
"Bach esto y Bach lo otro" es lo único que escuchamos de los especialistas en música. Sin embargo, durante nuestra educación musical primaria o secundaria (pensando en que la mayoría de mexicanos recibimos una educación con principios católicos) nos enseñan a Bach por obras como Aire o Jesús, Alegria de los Hombres. Sí, grandes obras pero no son ni la punta de la punta del iceberg que el trabajo de Bach representa.
Cuando te interesas más por la obra de Bach te topas con los conciertos de Brandenburgo: el epítome de la música barroca y, más importante aun, el contrapunto. Obras que si le prestaras atención a lo que se está tocando instrumento por instrumento y luego la volvieras a escuchar en conjunto, te explotaría la cabeza. Son una verdadera delicia para los oídos. Luego están las Partitas. Una serie de trabajos para clavicordio que suponen una complejidad estructural que pocos pueden tocar con un dejo de maestría. Pero bueno, no pienso explayarme en estos temas en particular de la obra de Bach porque este post es precisamente para presentar otra de las genialidades del compositor: Las Variaciones Goldberg. Obra que, al contrario de los conciertos de Brandenburgo, pasa por desconocida para muchos de nosotros los mortales.
Primera parte de la Variación 28 |
Portada original de las Variaciones Goldberg |
Y si las Variaciones Goldberg es una obra tan magnífica, ¿por qué no escuchamos tanto de ella? De entrada, porque en las clases de música de la primaria sólo nos enseñaban a tocar "El himno de la alegría" en la flauta. Y en segunda instancia, porque es una obra que sólo pocos pueden tocar. Son contadas las personas en la historia que han podido interpretar a la perfección este trabajo, por lo que ningún pianista se atreve a tocar las Variaciones. Tal vez se necesite estar loco para poder poder interpretar este trabajo y ahí es donde entra Glenn Gould.
Glenn Gould en 1955 |
La silla en la que siempre tocaba |
Al oír esta historia todos sonreímos de satisfacción por la victoria que supone sobre sus críticos. Pero a Glenn Gould, esto jamás le importó. El pianista canadiense sufría una especia de autismo, condición que a su vez le permitió tocar con tanta maestría esta obra. Excéntrico hasta los huesos, Glenn Gould no podía ser tocado, desayunaba siempre lo mismo en el mismo restaurant a la misma hora, odiaba el frío y usaba chamarra y guantes hasta en lugares cálidos (hay una anécdota en la cual lo arrestan porque lo confundieron con un vagabundo cuando reposaba en una banca) y no podía tocar el piano si no lo hacía sentado en la silla de su casa donde aprendió a tocar. Todas estas manías y su leyenda son las que le dieron vida al personaje central de la película Claroscuro. Su autismo lo llevaba a adentrarse en la música que tocaba al punto que comenzaba a cantar lo que tocaba en ciertos momentos, lo cual le ocasionó pesadillas a todos los ingenieros de audio que participaban en las grabaciones. Incluso, si escuchas con atención en la Variación 14 del disco que aquí comparto podrás oír a Glenn Gould tarareando lo que toca.
Sin más que agregar, aquí te dejo la razón por la que Bach es Dios y Glenn Gould tu papá: Las Variaciones Goldberg.
Eres un esnob, chicle azul. Eso o subestimo a tus lectores. Por cierto, a mí me gustaría que escribieras más, de cualquier tontería, o de música, o de la máquina de fútbol del barcelona.
ResponderEliminarLuego recuérdame platicarte cómo fui descubriendo música clásica y el porqué no tengo tanta en mi biblioteca.